Es la hija del recordado locutor Norbert Degoas. Mientras sigue con "Bondi al infinito", arma Arde y apuesta a encontrar su estilo personal, tal como hizo su papá en la publicidad.
La noche que murió su papá soñó con él. Norbert Degoas le decía “metele con todo, metele con todo y cantá”. A cinco años de aquel episodio, Arianna Degoas parece estar cumpliendo el pedido de su padre, reconocido publicista y locutor, creador de una marca personal a la hora de vender un producto, y quien alcanzó notoriedad en Los Angeles, Buenos Aires y Mar del Plata, entre otros lugares.
“Se enciende una luz o suenan dos acordes de una guitarra y a mi me gusta ir y conquistar al público”, describe Arianna, quien atesora, a pesar de su corta edad, una rica experiencia artística.
Trabajó en Las Vegas y en Los Angeles, fue semifinalista del reality show “Tengo talento”, en Estados Unidos, donde nació. Puso su voz en shingles, en coros y fue cantante sesesionista.
“Tengo mucho transitado. Después de que murió mi papá me fui, hasta que un día sentí que tenía que volver, yo siento que soy de acá aunque nací en otro lugar, me siento muy marplatense”, narra. “Es muy loco: siempre me quería ir, porque pensaba que había cosas que no podía hacer”.
Ya instalada cerca de este mar, en 2018 lanzó “Bondi al infinito”, un proyecto musical junto a Diego Lines, con el que tiene un disco que suena en las plataformas digitales. Además, ambos escribieron la música de la película marplatense “El tiempo compartido”. Los acompañaron los músicos Maxi Dimuro y Mariano Curien.
“Musicalmente siempre digo que soy degenerada, si me preguntás qué género hago o qué música hago respondo que en Bondi al infinito hay una mezcla de rock con disco, con funk, con algo rioplatense, con el tango y eso es lo que quiero hacer, no me quiero casar con ningún género”, cuenta.
A pesar de ese desafío, no se quedó quieta. Convencida de la necesidad de “dejar una huella”, la intérprete vive hoy una etapa de quiebre, una suerte de bisagra en la que busca tener una impronta personal. Cantar sus propias letras. Así asiste al alumbramiento de “Arde”, que combina las dos primeras letras de su nombre. Y será bajo esta nueva denominación con la que grabará un repertorio de flamantes canciones que, de nuevo, van del rap y el funk al pop, sin dejar de lado la música negra que tanto le gusta ni las historias personales.
Mientras tanto, en la aldea chica empiezan a conocerla. Ya teloneó el reciente concierto de Ligia Piro, acompañó a Ma Non Troppo en el espectáculo “Estropeando tangos” y tuvo su participación en el show “Una noche en el café concert”, que se realizó anoche en el Teatro Auditorium.
Escenario en el living
Con menos de treinta, Arianna es dueña de una energía que revoluciona el ambiente. Pura actitud. Nunca pierde la sonrisa, aún cuando recuerda lo inesperada que fue la muerte de Norbert: falleció una semana después de ser atropellado en la calle por un auto. Y cómo tuvo que rearmarse para buscar su propio deseo, entre la ausencia y el duelo.
“Mi casa era pura música, cantábamos de todo, toda la musica de Broadway, jazz, mucho flamenco que nos gustaba. Mi papá tenía una relación especial con la música.
Nuestro living era un escenario: yo en una punta, mi papá en la otra, él agarraba una lámpara, la tumbaba y me hacía de seguidor”.
Ese es uno de los tantos momentos felices que reaparecen ahora, cuando responde por qué siente que la música es su camino y que su papá oficia de estrella. “Estoy buscando mi estilo: me encanta la fusión, siempre pienso que la música es una y que une, no pienso esto es tango, aquello rock, me gusta el pop porque te permite fusionar todo”, desliza.
“Me encanta Arde, es como volver a cómo me decían cuando era chica y es un nombre que nunca me animé a usar, en un momento en que las mujeres estamos en una cosa de ebullición absoluta…”, sigue la artista, que confiesa estar influenciada por otras mujeres: Cristina Aguilera, Cazzu, Emme Vitale o Nathy Peluso.
“Yo trato de continuar en este camino de la música, esto de lanzar mi propio material lo podría haber hecho mucho antes, pero cuando te pasa algo así (por la muerte imprevista de su papá) quedas medio paralizada -reconoce-. Son como cinco año de duelo, aunque en realidad el duelo sigue. Recién ahora estoy lista para salir, porque estaba muy frágil, es una muerte que no tiene sentido, ¿te fuiste a comprar el pan y no volviste, solo porque alguien no manejó su auto como correspondía?”.